Hoy tocaba regar, pero como teníamos ajos y judías, pues se han animado a plantarlas también.
Espectacular su entusiasmo y el buen hacer de la maestra.
Todo empezó a complicarse cuando un grupo de voluntarios se ofreció a arrancar malas hierbas y les dijimos que sí. Casi todos, muy prudentes ellos, señalaban y preguntaban si aquello se podía arrancar. Pero un rubillo, excitado, arrancó primero algo muy lustroso y, con el plantón ya en la mano, preguntó si aquello también se podía. Y claro, le dijimos que sí, pero que era conveniente preguntar antes de arrancar.
Vamos, que esto funciona.